Se nos va de ojo que el flujo constante, reiterativo y contradictorio, de informaciones de todo signo que recibimos, genera una inestabilidad mental y emocional que no aporta certidumbre sobre el futuro.
Si los cambios científicos que se produjeron, como ahora, entre los siglos XIX y XX favorecieron una visión positiva del futuro: la idea de progreso; en el actual proceso de cambio del XX al XXI esa idea de progreso ha transmutado en miedo, en temor al devenir porque estamos asistiendo, todavía en el albor, a un proceso de cambio civilizatorio por la acción conjunta de tecnología digital e inteligencia artificial, que obliga a una redefinición de lo humano, del individuo, y de los valores morales y éticos con los que nos hemos gobernado hasta ahora en sociedad.
Un desconcierto que provoca que las personas atribuyan sentido y significado a todo lo que ven, oyen o leen si concuerda con su propio pensamiento, sin mirar la fuente de la que procede y su fiabilidad, porque las personas lo que buscan ahora un asidero al que agarrarse para encontrar seguridad; sin mirar quién se lo facilita. Un desconcierto del que solo saldremos informándonos en esta sociedad de la información donde quien no piensa. sigue y reflexiona sobre el ritmo del cambio: pierde. Temores que desparecen sobre el futuro si aceptamos la idea de que la humanidad siempre está en un proceso de cambio y que cualquier tiempo pasado fue peor. ¡Que no se te vaya de ojo!