Una mujer en los años 50, de unos veintitantos años, caminando
por las calles del barrio de Mataderos, luego de desayunar con su mamá, se toma
el colectivo para ir a su trabajo en el microcentro porteño.
Esto no es algo tan difícil de imaginar.
Pero el 16 de junio de 1955, las fuerzas armadas de su país decidieron
bombardear sin piedad la plaza de mayo, tratando de derrocar al gobierno del
General Juan Domingo Peron, generando asi uno de los genocidios no reconocidos
mas grandes en la historia Argentina.
Esto no era un campo de batalla, tampoco una guerra. Era la plaza que cruzaba
todos los días para llegar a la oficina con miles de argentinos.
Esto ya es un poco mas difícil de imaginar.
Bety era esa mujer, alta, morocha, elegante e independiente, que llegaba a su
trabajo. Pero la única tarea de ese día… era sobrevivir.