Entre la mugre y la fragilidad, entre la urgencia

eléctrica y el espacio silencioso del groove, un nuevo icono del rock brasileño

ha nacido. Y es que Sophia Chablau e Uma Enorme Perda de Tempo surge casi

como un fulgor con arranques que van desde el garage-punk al jazz, que bascula

entre la tradición del rock tropicalista de aquel Brasil de Os Mutantes hasta

la vocación comprometida, sarcástica y guerrera de una nueva generación de

artistas brasileños.

Por mucho que intentemos (y que, si buscamos,

encontremos) cercanía con otros iconos del rock brasileño, un gran desconocido

para la opinión pública fuera de aquel país que puede reunir a nombres que van

desde Titas o Cazuza hasta Os Paralamas do Sucesso o Legião Urbana; la

idiosincrasia artística del proyecto paulista que capitanea la joven Sophia Chablau

se entiende con las derivas contemporáneas.

Esas mismas derivas que ha llevado a este joven proyecto

a firmar su debut con la producción de Ana Frango Elétrico, otro icono del

femme rock brasileño y latinoamericano; pero el universo de este proyecto

debutante tampoco se entendería sin compañeros generacionales como Boogarins,

Ava Rocha o Mandale Mecha; o lo que pasa en países como Argentina con artistas

como Marilina Bertoldi, Barbi Recanati o Eruca Sativa.

De ahí que, del mismo modo que sus compañeras generacionales,

espíritu de clima mixto. Tanto cuando tiene que sonar eléctrica y urgente,

como unos Libertines paulistas (“Pop cabecinha”), cuando suena intimista y

frágil, a punto de romperse (“Se Você”), cuando se acercan al noise casi

metalero (“Deus Lindo”), cuando suenan a neo-tropicalismo (“Debaixo do Pano”),

cuando rinden tributo a la bossa nova de mirada free-folk (“Hello”) o incluso

cuando nos acercan a la pista de baile (“Delícia/Luxúria”), el combo brasileño

suena tan intenso e impredecible como flagrantemente generacional.

Alan Queipo