El Apocalipsis nos invita a participar de la liturgia celeste que nos impulsa a vivir en clave de eternidad, donde Dios es el centro de la historia y de toda la creación. El apóstol Juan nos anima a vivir como hijos de Dios, lo que cambia nuestra perspectiva en el presente, mirando el futuro donde descubriremos en profundidad nuestra identidad. Mateo los proclama la carta magna de todo discípulo de Cristo. En ella está patente nuestro sentido de felicidad, realización y plenitud, que vivieron hermanos y hermanas nuestros de todos los tiempos. ¡Señor, inflámanos en tu amor para realizarnos en ti, amándote y sirviéndote en los hermanos!