Tus palabras aún no me lo decían, tu decías querer más, pero supe el
instante que me dejaste de querer porque no quisiste saber más.
Las conversaciones se convirtieron en monólogos intensos. Yo queriendo
llamar tu atención, volver a interesarte cuando sabía que algo ya *se había
acabado.
Seguimos comiendo juntos, durmiendo juntos, tu cuerpo seguía
reaccionado al mío, pero ya no había intimidad, ya no había complicidad,
ya no querías saber más.
¿Tenías suficiente? o ¿perdiste el interés?
Nunca lo supe, nunca pedí una explicación.
Recuerdo darme cuenta que tú no reaccionabas igual, quise creer que era
algo pasajero, pero nunca pasó, al contrario, se incrementó.
La falta de interés se volvió en desinterés, las preguntas constantes
cesaron, el silencio compartido se volvió silencio de evasión, y de ahí
siguieron las miradas perdidas, miradas evasivas, los cuerpos
reaccionaban, pero no había suspiros, la complicidad se fue.
Seguí ahí con la esperanza que no fuera verdad, que pronto volverías, y el
tiempo pasó y la distancia creció. Si que era incómoda esa situación y
aguanté lo que tenía que aguantar hasta que no me pude engañar más y
no nos pudimos engañar más y no te pudiste engañar más.
Nunca hablamos de lo qué pasó o dejo de pasar. Nunca te pregunte. No sé
si lo sabes. Pero yo si supe el instante que me dejaste de querer. Nunca
supe el porqué.