La sinodalidad “caminar juntos” nos previene del riesgo de fragmentar la institucionalidad de la Iglesia y la vida concreta de los fieles, la operatividad y las iniciativas.Hay otros riesgos que corremos a partir de una sinodalidad mal entendida: el formalismo (HACER “COMO SI”), el INTELECTUALISMO (quedarse en lo abstracto y no bajar a la realidad), INMOVILISMO (“siempre se ha hecho así”).Tenemos tres oportunidades: ser una Iglesia sinodal, una Iglesia de la escucha que toma las decisiones en conjunto, una Iglesia de la cercanía que llega a todos, también a los marginados.Es importante tener muy presentes tres verbos: ENCONTRAR, ESCUCHAR Y DISCERNIR, con ayuda de la oración, el diálogo y la formación.