Tei Shi ocupa un lugar extraño en la diáspora de
mujeres colombianas que se dedican a la música. Su ascendencia canadiense pesa
más que sus orígenes latinos, de los que apenas hay referencias en sus
canciones: en toda su discografía desde que empezó a publicar en 2013 no hay
más de un puñado de temas en los que use el español, pese a que su anterior
álbum se llamaba ‘La Linda’ (2019).
Sus años en Nueva York y su actual residencia en Los
Ángeles han ido moldeando su sonido, que bebe de influencias modernas del
r&b (ha trabajado con Blood Orange, junto a quien tenía previsto hacer una
gira este año) y del pop clásico con aspiraciones mainstream y orientación
hacia la pista de baile. Ella cita a iconos del siglo pasado como Madonna y
Gwen Stefani pero en su obra hay una pretensión de capturar el ritmo del
presente.
Lo consigue, al menos desde un punto de vista
conceptual, con este EP que escribió en enero y ha grabado estos últimos meses
en su casa encerrada por la cuarentena, usando herramientas como Zoom para comunicarse
con algunos colaboradores. Las cinco canciones hablan de desesperación y rabia,
las que Valerie Teicher (su verdadero nombre) sentía a principios de este año
tras una mala experiencia con su anterior sello.
La autora ha confesado que su idea inicial era llamar
al EP ‘Apocalipsis’ pero lo cambió cuando estalló la crisis sanitaria global.
Como respuesta a esas letras cargadas de frustración se abre paso un sonido
luminoso que invita a olvidar las penas en la discoteca. Llorar bailando parece
ser el concepto de este trabajo que no alcanza su cima creativa pero sirve para
reivindicar a una de las artistas más prometedoras del nuevo pop, poseedora de
una voz virtuosa, ritmos sofisticados y un encomiable espíritu DIY.
José Fajardo