Se nos va de ojo los muchos momentos en los que se pone a prueba nuestra capacidad para templar los nervios, y no reaccionar con rabia o violencia.

Situaciones que nos calientan la sangre como cuando, por ejemplo, nos hacen esperar sin motivo. O el médico tarda más de la cuenta en informarnos sobre la gravedad de nuestra afección. O ante la lentitud del funcionario para decirnos la multa que tenemos que pagar. Etc., etc.

Momentos en los que descubrimos cómo somos y no como creemos ser. No se trata de reaccionar siempre con la frialdad de un reloj, pues hay situaciones que nos tocan más la fibra o enardecen más que otras; pero si de modular la reacción para que no se desborde la emoción y el enfado Auto control para que no se dispare el egoísta que llevamos todos dentro, para aceptar que no tenemos que ser los primeros en todo o tener siempre la razón, o no descargar en los demás la responsabilidad que nos toca, sobre todo en situaciones con efectos graves. Solo así encontraremos el equilibrio donde anida la felicidad. ¡Que no se te vaya de ojo!