No es malo trabajar incansablemente por la casa de sus sueños, un mejor vehículo, una mejor vida financiera, pero tal vez sea a través de esta pandemia que aprendamos a valorar lo que ya tenemos y alabar a Dios por ello. En lugar de pasar más tiempo deseando más y más, pasemos más tiempo agradeciendo a Dios por todo mientras trabajamos para cumplir nuestros deseos.

¿Alguna vez has estado tan emocionado de alabar a Dios por la victoria que quizás hasta te causo gritar en un lugar público? ¿Has sonreído a la gente todo el día debido a la alegría del Señor en tu corazón? Tal vez te hayas dado cuenta de que tu alabanzs han hecho que algunos te miren de forma extraña o los hayan hecho sentir incómodos. ¡No te sientas mal, deberían sentirse así, si lo estás haciendo bien!

¿Te has dado cuenta de que quizás tus días han sido un poco mejores estando lejos de todas las distracciones? A través de esta pandemia, hemos tenido que alejarnos de personas, lugares y cosas, pero este pánico también ha provocado que muchos se acercen a la presencia de Dios. Pero, ¿qué pasará si este pánico mundial llega a una conclusión? ¿Seguiremos lejos de las distracciones y cerca del Señor o lejos del Señor y cerca de nuestras distracciones?

No hay tumba que detenga tu matrimonio, tus hijos, tus finanzas. Cuando permites que Dios haga el milagro, lo viejo es olvidado y todo es hecho nuevo.

En un mundo lleno de temor, ansiedad e incertidumbre la iglesia debe ser el eco del evangelio. Llevar la buena nueva de que Jesús ya venció a toda enfermedad, a todo demonio y a nuestros pecados.

¿Qué pasaría si pudieras encontrar una iglesia que se sintiera como casa? No un lugar lleno de religion y tener que fingir ser alguien quien no eres. Un hogar real donde eres conocido y amado por quien tu eres. 

¡Bienvenido a casa! ¡Eres amado! Eres familia! ¡ Jesús no solo te ama, sino también su iglesia, sino que su iglesia también te ama a ti!