Cuando The Crow llegó a las salas en 1994, la trágica muerte de Brandon Lee envolvió a la película en un halo de culto. Pero más allá de su oscura mitología urbana, fue su soundtrack el que se convirtió en un testamento sonoro de la sensibilidad alternativa de los noventa: un disco que condensó la angustia, la rabia y el romanticismo sombrío de toda una época.