Cristo, al mirarnos enclavados y paralizados en la tierra, con la fuerza del perdón de su misericordia, va más allá de decir “tus pecados son perdonados”. Dice “levántate y anda”.
Así pues, Alma mía, con el Amor que te confiere el Espíritu del Señor: ¡levántate de esa culpa y anda! ¡Levanta a quien ofende y tiene deuda para que ponga el pie en la tierra y la mirada en el cielo! Levantar y andar es perdonar. Así la verdad te hace libre, pones pie en el camino del amor y amas la vida del Amor.
La novena decisión a meditar es: mirar a este mundo ensombrecido o lleno de la luz.
Cuando perdemos el sentido, enfrentamos un duelo, un desamor, una contrariedad, parece que la realidad se ensombrece, pero en realidad hemos dejado de iluminar las sombras de las dudas, los temores y los rencores con a luz del Amor. Nuevamente, nuestra percepción se cierra, en este caso se limita a contemplar la carencia, obscuridad o dolor. Muchas veces un evento del pasado donde hemos lastimado o nos han lastimado de tal manera que lo ocultamos en el fondo de nuestro corazón esperando olvidarlo.
El hecho que nos lastima se convierte en una piedra que como sarro va creciendo en nuestra consciencia, ocultando la luz y la plenitud que el amor nos entrega para mirar la vida. Nos acomodamos en nuestra forma de ser para que no se note aquel evento, formamos muchas veces una máscara que trata de resaltar lo contrario para, según nosotros, disimular nuestra conciencia deformada. Pero la luz del amor toca a la puerta de nuestro espíritu para encaminarnos en la verdad y en la verdad ser libres.
(Juan 10, 9:10) Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Entre más te acercas a la luz, más se acentúa la sombra del duelo, la ofensa o la deuda. Olvidamos que la luz del mundo quiere iluminarnos desde adentro, desde nuestro espíritu, dando claridad, sabiduría y consuelo a nuestra conciencia. Al abrir la puerta de Cristo, que está en nuestro espíritu con la oración, la meditación o la contemplación, brilla su Amor y lo que alguna vez nos pareció, tenebrosa penumbra y sombras en nuestra vida, vuelven a ser gozo y plenitud en la reconciliación. Y más si descargamos nuestra conciencia al sacramento de la penitencia. De esta manera miramos la sombra con la luz que se expresa a través de nuestro espíritu y el Espíritu Santo que se expresa sobre todas las cosas y en nuestro
prójimo como en nosotros mismos. Dice el Señor:
“(Lucas 8:16) Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, si no que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz.”
La sombra es rencor y temor sin la luz del Amor.
Juan Manuel D’Acosta López
Consejero Terapeuta en Misión de Amor
Cel/WhatsApp (+52) 734-1295-201
Enlace a WhatsApp: https://api.whatsapp.com/send?phone=+5217341295201&text=Me%20conecto%20desde%20YOUTUBE%20Quisiera%20una%20consulta
YouTube: https://www.youtube.com/misiondeamormx
WEB: https://misiondeamor.com.mx/
Librería: https://misiondeamor.com.mx/tienda/
Ropa y Regalos: https://teespring.com/stores/mision-de-amor
Facebook: https://www.facebook.com/misiondeamor/