Para cualquier ser humano que tenga el corazón en activo
y algo de pasión por su vida, el ritmo lo es todo. Pero para alguien que ha
hecho del ritmo su modo de vida, imaginaos.
Ese es el caso de Rafa Moout, artista y productor
venezolano residente en Madrid que formó parte como batería y percusionista de
grupos del circuito underground de la capital como Flora Dance, Cortadura,
Monteavaro o Playa Nevada y que lleva años siendo habitual de garitos madrileños
como Siroco, Goya Social Club o Panthera, entre otros; pero que en TIRAYA
encontró el que se antoja su espacio definitivo para condensar todos los ritmos
que caben en la idea de ritmo que tiene.
Ya lo había demostrado los últimos dos años con algún
single suelto, pero en “Fresquísimo”, una suerte de EP largo o de LP corto
que publica a través de su sello Little Spots Recordings producido junto al
compostelano Manuel Blanco (mitad de Blanco Palamera y uno de los secretos a
voces en expansión del nuevo pop estatal), TIRAYA se proyecta tan cerca del
tribalismo afrolatino como de la folktrónica más transversal, tan cerca de sus
inquietudes melódicas como de los trances clubbing más rituales; pero siempre
con una personalidad arrolladora.
Tanto cuando firma una suerte de tech-house tribal que
hace guiños a Nihiloxica o Guedra Guedra (en “Avon Barksdale”) como cuando
firma un hit en el que los ritmos afrolatinos y cuasi candomberos se funden
tanto con un house psicodélico como con una melodía que parece imaginar a Julio
Iglesias tarareando “Dos Gardenias” sin letra (en “Trópico de Capricornio”),
cuando coquetea con la bossanova de corte midi (en “808 Bossa”), cuando se
funde en un fuego percutivo ritual a lo Nihiloxica (en “Cvbs (Interludio)”) o
cuando busca el french touch desde una mirada tan sexy como industrial (en
“TENSION”), TIRAYA se reivindica como un nombre absolutamente necesario en
la genética del nuevo circuito clubbing estatal.
Alan Queipo