Casado era un hombre que había aprendido a vivir en el silencio de su propia soledad. Después de años de matrimonio, su vida había cambiado de forma drástica cuando su esposa, Carmen, había fallecido repentinamente en un accidente. Durante meses, se había sumido en la tristeza, recorriendo los mismos pasillos de su casa, donde los ecos de su risa aún resonaban.