Eva nunca creyó en el amor eterno, no después de todo lo que había vivido. Creció en un mundo de desconfianza, rodeada de historias de traiciones y promesas rotas. Se había armado de un muro de hielo alrededor de su corazón, protegiéndose de cualquier sentimiento que pudiera hacerla vulnerable. No obstante, todo cambió el día que conoció a Iván