Crear un ambiente es una de las capacidades más poderosas que una persona puede desarrollar.
No se trata solo de decorar un espacio o poner música de fondo. Crear un ambiente es establecer una atmósfera donde algo pueda florecer.
Cada palabra que repetimos, cada actitud que sostenemos y cada decisión que mantenemos con constancia termina moldeando el entorno en el que vivimos.
Por eso, cuando Dios bendijo al ser humano en Génesis 1:28 y le dijo:
“Llenen la tierra y gobiernen sobre ella”,
no le estaba dando solo una tarea, sino una identidad: la de creador de ambientes.
Donde pones tu presencia, algo cambia.
Tu forma de hablar puede crear paz o tensión.
Tu manera de trabajar puede generar excelencia o desorden.
Tu actitud diaria puede inspirar fe o sembrar desánimo.
Todo lo que repites, crea un ambiente.
Y ese ambiente terminará formando a quienes te rodean… o deformándolos.
Así que pregúntate hoy:
¿Qué ambiente estás creando en tu casa, en tu trabajo, en tu iglesia o en tu corazón?
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