Es encomiable la pasión, el riesgo y la
autoexigencia con las que Triángulo de Amor Bizarro afronta la creación
musical. Lejos de apoltronarse entre la aristocracia indie de
aquella generación que agitó la escena alternativa en España hace ahora unos 15
años, el grupo gallego siempre ha encontrado nuevos caminos para evolucionar.
A esa mutación constante se refieren en uno de sus
maravillosos hilos de Twitter, una herramienta que usan a menudo
para explicar directamente a sus fans los entresijos de su proceso creativo.
Para ellos, sus canciones están en constante
transformación: es en directo cuando van adaptándolas y actualizándolas,
según los derroteros por los que les lleve su voraz apetito sonoro: ya sea
hacia el ruido, la electrónica, el pop… Como durante el último año apenas han
podido tocar en vivo por culpa de la pandemia, han invitado a artistas con los
que tienen una conexión especial para “transformar, destruir y variar hacia
donde quisieran” las canciones de su álbum homónimo de 2020, uno de los más
arriesgados y potentes de su carrera.
El resultado tiene tantos matices como
invitados: el
viaje alucinado hacia la distopía de Erik Urano; el quejío flamenco
de Soleá Morente; el brutal ataque sonoro de Esplendor Geométrico y Miguel
Prado; los ritmos sintéticos expansivos de Sonic Boom, Aries, Sr. Chinarro y
Joaquín Pascual; el contraste entre la voz original de Isa Cea y la de Jota
de Los Planetas; la frescura del trap de Boyanka Kostova, o propuestas más
guitarreras que conectan con el espíritu iniciático de los Triángulo como las
de Carolina Durante, Biznaga y Menta.
Un proyecto sorprendente y refrescante con una única
premisa de fondo: “Simplemente os pedimos que lo escuchéis sin prejuicios,
expectativas ni comparativas, solo disfrutad de la oda al caos, de las
explosiones no controladas, de los tiroteos de bombos, de las voces
inesperadas, de los cambios... Y, sobre todo, de los artistas que lo componen”.
Pues eso.
José Fajardo