Stalingrado, verano de 1942. En la orilla oeste del Volga, una ciudad industrial soviética se prepara para enfrentar la embestida más feroz de la Wehrmacht. Entre sus defensores no solo hay soldados del Ejército Rojo, sino también una unidad especial: la 10.ª División de Fusileros de Tropas Internas del NKVD. Ellos no fueron entrenados para el combate de primera línea, pero cuando la guerra llegó a las calles de su ciudad, no retrocedieron.