«…En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles… Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio» Hechos de los Apóstoles 8:1, 4.
Ser cristiano es ser parte de la historia. Y crecer como cristiano es ser un estudioso de la historia. Esto no significa que todos los cristianos disfruten de investigar documentos antiguos en archivos desgastados, o leer el último best-seller de la Oxford University Press. Más bien, el cristianismo no es una religión de meditación o de filosofías especulativas, sino una religión de hechos históricos. Es, entre otras cosas, el mensaje acerca de los acontecimientos que tuvieron lugar en el tiempo y el espacio. El cristianismo también enseña algunas verdades eternas: la existencia de Dios, sus atributos, la naturaleza de la Trinidad, etc., pero se enfoca en los sucesos históricos de la encarnación, muerte y resurrección de Jesús. Por tanto, el cristiano está personalmente involucrado con la historia.