Debemos reconocer la naturaleza de éstas dos dimensiones, la biológica y la espiritual, la material y la inmaterial, que nos definen y que nos atraviesan, sin excepciones.
Cuando damos espacio a la indagación de la materia, tanto como a la indagación de la esencia, comenzamos al fin a integrar, a completarnos, a ser más nosotros mismos en coherencia.