No hay nada más molesto que tener la afilada punta de un aguijón bajo la piel. Con el más mínimo roce, nos recuerda su presencia. A veces estos aguijones pueden tomar la forma en nuestra vida de una enfermedad, una adicción del pasado, soledad, deudas, un esposo no creyente que se opone a nuestra fe, alguna marca del pasado (divorcio, aborto). Y a veces esta herida irradia dolor. Quizás al igual que Pablo le hemos pedido a Dios que nos la quite. Y es aquí donde Dios quiere que experimentemos su “Gracia Sustentadora”. Esta no nos promete ausencia de aflicciones, pero si la presencia de Dios en nuestra vida y nos equipa con valor, fortaleza y sabiduría.
Dios tiene “suficiente gracia sustentadora” para que enfrentemos todos los desafíos de nuestras vidas. Cuando Dios permite que enfrentemos un desafío, Él proveerá la gracia para enfrentarlo. El suministro de Dios nunca se agotará.