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El gobierno socialcomunista ha aprovechado la pandemia por la COVID-19 para desarrollar tres elementos clásicos en las derivas autoritarias: colonizar el Estado, recortar la democracia y transformar la sociedad. Ha sido la ocasión perfecta para realizar sus planes. La urgencia, el miedo y la excepcionalidad, la crisis en definitiva, conforman el escenario perfecto para que un Ejecutivo asuma facultades excepcionales y las utilice para consolidar su poder inmediato y a medio plazo. Una vez implantado el espíritu de que era necesario un poder fuerte, al que no se debía controlar ni criticar por patriotismo, el campo quedaba abierto para las reformas partidistas.
No hubiera sido un problema si los cambios hubieran sido pactados con la oposición constitucionalista, la verdaderamente llamada a gobernar un día. Sin embargo, PSOE y Unidas Podemos decidieron cambiar el eje del consenso político y pactar todo con aquellos que desprecian el orden constitucional. Han preferido a EH-Bildu, los filoetarras, y a ERC, dirigido e inspirado por golpistas no arrepentidos, para sentar las bases de un nuevo régimen. Así lo declaró en sede parlamentaria Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, cuando aprobaron los PGE: “Van a tener gobierno socialcomunista para rato”. Nacía un “nuevo Estado más plural y democrático”, dijo, con una mayoría política -la Frankenstein- que sentaría las bases de un poder que haría que la derecha no volviera a gobernar durante muchos años.
(...)
Publicado en La Razón el 11 de enero de 2021
Podéis escribir a
https://www.facebook.com/laresistencialiberal
El gobierno socialcomunista ha aprovechado la pandemia por la COVID-19 para desarrollar tres elementos clásicos en las derivas autoritarias: colonizar el Estado, recortar la democracia y transformar la sociedad. Ha sido la ocasión perfecta para realizar sus planes. La urgencia, el miedo y la excepcionalidad, la crisis en definitiva, conforman el escenario perfecto para que un Ejecutivo asuma facultades excepcionales y las utilice para consolidar su poder inmediato y a medio plazo. Una vez implantado el espíritu de que era necesario un poder fuerte, al que no se debía controlar ni criticar por patriotismo, el campo quedaba abierto para las reformas partidistas.
No hubiera sido un problema si los cambios hubieran sido pactados con la oposición constitucionalista, la verdaderamente llamada a gobernar un día. Sin embargo, PSOE y Unidas Podemos decidieron cambiar el eje del consenso político y pactar todo con aquellos que desprecian el orden constitucional. Han preferido a EH-Bildu, los filoetarras, y a ERC, dirigido e inspirado por golpistas no arrepentidos, para sentar las bases de un nuevo régimen. Así lo declaró en sede parlamentaria Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, cuando aprobaron los PGE: “Van a tener gobierno socialcomunista para rato”. Nacía un “nuevo Estado más plural y democrático”, dijo, con una mayoría política -la Frankenstein- que sentaría las bases de un poder que haría que la derecha no volviera a gobernar durante muchos años.
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Publicado en La Razón el 11 de enero de 2021
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