"Criolla carabalí", son en clave abakuá original de Guillermo Castillo y grabado por el Sexteto Habanero en Nueva York el 29 de mayo de 1928, abrió hoy los caminos sonoros.
Teniendo en cuenta la época en que se produjo este registro probablemente resultó escandaloso y premonitorio a la vez, reafirmando el carácter netamente popular del Son, así como la mixtura ancestral en la música cubana.
¿Cuánto le debe desde entonces la cultura cubana a esos músicos naturales desdeñados por la academia y que algunos siguen mirando por encima del hombro?
¿Cuánto a aquella humanidad sudorosa que a lo largo de la isla en puertos, campos, talleres, cuarterías y barrios marginales, con sus toques y voces, dotaron al Son de los aderezos elementales?
¿Cuánto le debemos al negro tamborero Chano Pozo, vida y genialidad truncadas por los penosos lastres de la droga y la violencia, frutos amargos de los condicionamientos discriminatorios y clasistas aún latentes en la sociedad cubana?
Chano Pozo antecedió al olvidado Tata Gutiérrez. El viejo cantor y rumbero desde una grabación Panart de los últimos años 40, volvía a los rudimentos de la rumba vinculada al conocimiento del mundo abakuá.
El ayer y hoy de una isla a través de su música popular. El asesinato de José Manuel Carbajal, conocido en el pujante movimiento reguetonero/repartero con el nombre artístico de El Taiger, ha estremecido la opinión publica poniendo el foco nuevamente sobre estos asuntos.
Sus seguidores, dentro y fuera de la isla, le han rendido por estos días el tributo máximo al que podría aspirar un músico de raíz de pueblo.
Nadie sabe si será largamente recordado, teniendo en cuenta que la polarización extrema y las veleidades de las redes sociales en las que últimamente sucumbe el ser humano, agudizan la división, el extremismo y cierta ceguera.
Por ahora El Taiger le sigue poniendo voz al drama de los suyos, que no es poco.
A propósito del 118 aniversario del natalicio del flautista, arreglista y compositor Juan Pablo Miranda, recordaremos a continuación algunas de sus piezas, quien tuvo una especial afinidad con los compositores e intérpretes del movimiento del feeling.
Como breve muestra de ello Vicentico Valdés, José Antonio Méndez (el King), Marta Valdés, Abelardo Barroso y Amelita Frades nos recordarán los boleros: "Algo de ti", "Mil congojas", "Que difícil es", "Es en vano" y "Seguiré sin tí".
El Noneto Cubano de Jazz del trombonista Pucho Escalante nos acerca a la segunda mitad de los años 50, y a la interacción entre músicos, conocida como “descarga”.
Panart, la precursora etiqueta de Ramón Sabat, producía sus notables “Jam Sessions” reuniendo para este propósito a valiosos músicos de la época. Las "descargas" de Panart. En su tiempo apuesta oxigenante donde es un lujo disfrutar del arte del gran Fellove Valdés.
Por su parte en 1960 el sello "Tropicana" de Adolfo Seeman produjo los dos primeros álbumes del Quinteto de Música Moderna con Frank Emilio al piano, Gustavo Tamayo en güiro, Guillermo Barreto en drums, Papito Hernández en contrabajo y Tata Güines en las tumbadoras. Embrión de lo que años después será conocido como “Los Amigos”.
Poco antes la etiqueta Gema de los hermanos Alvarez Guedes, lanzaba su propio "All Stars" con la edición de una serie de “descargas”, incluyendo en las etiquetas de los singles, por primera vez, el crédito a los músicos que habían intervenido en las sesiones de estudio.
Alejandro "El Negro" Vivar (trompeta); Delahoza (trombón); Emilio Peñalver (saxo tenor); Osvaldo Peñalver (Saxo alto); Pedro Jústiz "Peruchín" (piano); Israel "Cachao" López (contrabajo); Tata Güines (tumbadoras); Richard Egües (flauta) y Walfredito de los Reyes (pailas).
Los pioneros del jazz cubano le ponen sabor a la banda sonora final.
Un gusto regresar siempre a la labor del percusionista Walfredito de los Reyes. En 1958, en los salones del “Casino Parisien” del Hotel Nacional, se escuchaba esta formidable banda bajo su conducción.