La obediencia a Cristo en la vida de una mujer es un reflejo de su amor y devoción a Dios. No se trata solo de seguir mandamientos, sino de vivir en una relación íntima con Él, confiando en Su guía en cada área de su vida. Dios ha dado a la mujer un papel especial en Su plan, llamándola a ser luz en su hogar, iglesia y comunidad.
Cuando una mujer se somete a la voluntad de Dios, encuentra fortaleza en Sus promesas, paz en Sus caminos y gozo en servirle. Su obediencia no es una carga, sino una expresión de su amor por Aquel que primero la amó.