El pueblo de Israel había pasado de adorar desenfrenadamente a ídolos de oro, a postrarse delante del Señor y adorarle. De querer huir del Señor, a anhelar Su presencia. Sólo Dios es capaz de transformarnos así.
El pueblo de Israel había pasado de adorar desenfrenadamente a ídolos de oro, a postrarse delante del Señor y adorarle. De querer huir del Señor, a anhelar Su presencia. Sólo Dios es capaz de transformarnos así.