Una de las preguntas a la que damos muchas vueltas en estas fechas es esa de: ¿La naturaleza humana es inocente o corrupta? ¿Somos amables o egoístas, buenos o malos por naturaleza? Lo que sí sabemos es que los humanos tenemos una gran capacidad -como seres morales y sociales que somos- para imaginar y negociar. En el pasado, ni hemos sido salvajes ignorantes ni puros y prístinos. Durante la historia de la humanidad, hemos creado muchísimas formas políticas y sociales, nada que ver con esas aburridas líneas de la teoría evolucionista.
Tantos mitos hay todavía para desmontar... Porque se creía que la domesticación de plantas y animales condujo al sedentarismo, pero se ha visto que el sedentarismo es muy anterior... casi cuatro milenios antes de que surgiera una aldea agrícola. Y además, se creía también que el sedentarismo y la agricultura condujeron a la formación de estados, pero los estados aparecen mucho después.
Y los primeros estados no fueron tan ideales: en ellos existían diferentes formas de servidumbre y su población sufría muchas epidemias debido al hacinamiento. Y luego están esas sociedades que en una época del año eran autoritarias y en otra, igualitarias, según lo que su entorno les ofrecía.
Como escribió Eduardo Galeano:
"Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed."