Tras su independencia en 1816, Argentina se vio envuelta en conflictos políticos y guerras civiles que impidieron el establecimiento de un gobierno central fuerte y un sistema monetario nacional. Aunque paradójicamente las primeras monedas nacionales se acuñaron en Potosí en 1813 y 1815, antes de la independencia, el circulante durante este período turbulento estaba compuesto por monedas potosinas (virreinales y republicanas), monedas extranjeras (especialmente plata boliviana) y monedas provinciales con circulación casi exclusivamente local.