En muchas ocasiones tenemos una tendencia a ejercer cierto control sobre otros. Y no necesariamente por querer influir en los otros, sino por nuestra propia tranquilidad. Pero paradójicamente, ese intento de control nos genera más estrés.
Como parte de nuestro autoconocimiento, podemos reconocer nuestros patrones de pensamiento y de conducta, para elegir un cambio, respetar la libertad del otro, y respetar nuestros límites.