Suena peor que las tareas domésticas, ¿no es cierto? Renunciar a nuestras metas. Olvidarnos de las recompensas. Asumir los problemas difíciles. Algo divertido de esto, sin embargo, es que cuanto más lo haces, más te acercas a Dios, y más gozo hay en tu corazón. Inténtalo. Cuanto menos hay de ti, más añade Dios al deleite.