La razón es un medio que sirve para los fines del Espíritu Santo por derecho propio. No se puede re-interpretar ni re-canalizar para que se ajuste a la meta del pecado, tal como se hace con otros medios. Pues la razón está más allá del alcance de los medios del ego. La fe, la percepción y la creencia pueden estar mal ubicadas y servir de apoyo tanto para las necesidades del gran embaucador como para las de la verdad. Pero la razón no tiene cabida en la locura, ni se puede adaptar a sus fines en modo alguno. La fe y la creencia están firmemente arraigadas en la locura, y conducen la percepción hacia aquello que la mente ha considerado valioso. Pero la razón no participa en esto en absoluto. Pues si se aplicase la razón, la percepción cesaría instantáneamente.