Se nos va de ojo que las vacaciones nunca son tiempo perdido, porque aparcar por unos días la vida rutinaria oxigena y abre la mente a nuevas vivencias y experiencias.
Tiempo sin horarios ni exigencias, para hacer lo que siempre deseamos y nunca hacemos o, simplemente, para observar la vida o para no hacer nada, que es otra manera de hacer.
Vacacionar es tiempo que dedicamos a nosotros, y compartimos o no con seres queridos, en el que vemos y saboreamos la vida de manera diferente; porque el tiempo de descanso nos anima e impulsa a sacar lo mejor que llevamos dentro, para relacionarnos de un modo más sincero, menos competitivo y más empático con los demás. Tiempo que dedicamos a la diversión y al ocio, y, también, y sin pretenderlo, a una reflexión sosegada sobre si estamos satisfechos o no con la vida que llevamos, o si ha llegado el momento de cambiarla, de donde salen nuevos y mejores objetivos. Por eso las vacaciones, nunca son tiempo perdido. ¡Que no se te vaya de ojo!