La doctrina de los diezmos y ofrendas es muy antigua, fue instituida por Dios, es muy importante porque las bendiciones de Dios estriban en su obediencia. El primer registro que hallamos del pago de los diezmos está en el libro del Génesis 14:18-20: Abraham, al sentirse favorecido por Dios, entregó los diezmos a Melchisedec, rey de Salem, esta obligación fue transmitida a Isaac y después a Jacob y su descendencia (Levítico 27:30-32).
Posteriormente a la época de los patriarcas, Dios muestra a Moisés la necesidad de que hubiera hombres que auxiliaran espiritualmente al pueblo de Israel para mantener su fe y obediencia delante del Creador, eligiendo el Dios Todopoderoso de entre el pueblo a la tribu de Leví, para que fueran sus sacerdotes, ellos ministrarían delante de Dios, sirviendo en el Santuario, ese sería su trabajo.
Pero era obligación del pueblo mantenerlos, para que no tuvieran la necesidad de efectuar labores adicionales y distracciones que los apartaran de un buen desempeño de sus funciones sacerdotales, de las tareas que Dios les designaba.