El siglo XIX fue para Venezuela, así como para la mayoría de los países hispanoamericanos, extremadamente inestable. Los constantes alzamientos militares y una incipiente economía, que a duras penas se recuperaba de la guerra independencia, hacían que los negocios, la industria y cualquier empresa fueran muy difíciles de consolidar. El desarrollo de la banca y el papel moneda no era una excepción. Desde 1830 todas las emisiones de billetes en Venezuela pertenecían a dos grupos: aquellas que se establecían para resolver emergencias y poder cubrir el descontrolado gasto público del estado o aquellas que se establecieron de forma privada para pagar deudas o favores del gobierno de turno.