En la mitología nórdica, la muerte se entendía como un viaje al más allá y se creía que el destino final de una persona dependía de cómo había vivido.
El destino de los guerreros que morían en batalla, que se reunían en el Valhalla, la versión vikinga del Cielo, para luchar, banquetear y recibir las visitas de Odín.
El destino de las mujeres y de quienes morían por causas naturales, que se encontraba en el submundo o Reino de Hel, gobernado por Hela, la diosa de la muerte.