El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecido a la del Espíritu Santo. Lo verdadero viene a hacer lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, y lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. La situación tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga.