Nada sobrevive a su propósito. Si algo fue concebido para morir, morirá, a no ser que se niegue a aceptar este propósito como propio. El cambio es lo único que se puede convertir en una bendición aquí, donde ningún propósito es fijo por muy inmutable que parezca ser. No creas que puedes fijar un objetivo que no concuerde con el propósito que Dios te encomendó, y hacer que sea inmutable y eterno. Puedes adjudicarte un propósito que no te corresponde a ti, pero no puedes deshacerte del poder de cambiar de parecer y establecer otro propósito en tu mente. Poder cambiar es el mayor regalo que Dios le dio a todo lo que tú quisieras hacer eterno, para asegurarse de que el Cielo fuese lo único que no desapareciese. No naciste para morir.