Desde la caída del hombre por la desobediencia en Edén se perdió la capacidad y utilidad.
El árbol de manzana da manzanas porque así está constituida su naturaleza. El buen árbol da buenos frutos y el mal árbol da frutos malos. Lo útil y lo inútil se evidencia.
No podemos decir que hemos nacido de nuevo si nuestras acciones obedecen a la antigua naturaleza.
Por la obediencia del segundo Adán recibimos una nueva naturaleza, heredamos vida y redención.
Reinamos en vida por su gracia, el don Dios, su justicia y redención.
Ya no somos esclavos del pecado, de la vida de fracaso. Estamos en una nueva condición.
La vida de Cristo define nuestro ser, guiándonos y alineándonos al Propósito Eterno.