Ves la salvación como algo que tendrá lugar en el futuro, pero no ves resultados inmediatos. Sin embargo, la salvación es de inmediata. A no ser que la percibas así, tendrás miedo de ella, creyendo que, entre el momento en que aceptas su propósito como el tuyo propio y el momento en que sus efectos llegan hasta ti, el riesgo de pérdida es inmenso. De esta manera, el error que da lugar al miedo sigue oculto. La salvación eliminaría la brecha que todavía percibes entre vosotros y permitiría que os convirtieseis en uno instantáneamente. Y es ésto lo que crees que supondría una pérdida. No proyectes este temor en el tiempo, pues el tiempo no es el enemigo que tú percibes. El tiempo es tan neutral como el cuerpo, salvo en lo que respecta al propósito que le asignas. Mientras todavía quieras conservar un pequeño espacio entre vosotros, querrás tener un poco más de tiempo en el que aún puedas negar el perdón.