¿No desearías hacer de toda situación un instante santo? Pues tal es el regalo de la fe, que se da libremente dondequiera que la falta de fe se deja a un lado sin usar. El poder del propósito del Espíritu Santo puede usarse entonces en su lugar. Este poder transforma instantáneamente todas las situaciones en el único medio, seguro y continuo, de establecer Su propósito y de demostrar su realidad. Lo que se ha demostrado ha requerido fé, y está ha sido concedida. Ahora se convierte en un hecho, del que ya no se puede retirar la fe.