“Quien se conquista a sí mismo, es el mayor de los conquistadores”. En la batalla de todos los días de confrontar nuestras decisiones personales contra la voluntad de Dios, siempre es bueno preguntarse: ¿Confío realmente mi felicidad a Dios? ¿Su voluntad siempre es mejor que la mía? ¿Cómo puedo depositar mi fe y mi razón en esa esperanza? ¿Creo que soy feliz porque el mundo dicta lo que es ser feliz o no serlo? Hoy centraremos nuestra reflexión en la esperanza de que lo que viene de Dios siempre será lo mejor que nos puede pasar, pero, ¿cómo saberlo? Acompáñame y comparte este mensaje de esperanza cierta.