El Santísimo Cristo de la Expiración, conocido popularmente como el Cachorro de Triana, nos deja una bellísima leyenda sobre los orígenes de su ejecución por parte del escultor imaginero nacido en Utrera, Francisco Ruiz Gijón, gran figura de la imaginería barroca española del s. XVII. Francisco Ruiz Gijón nació en Utrera en 1653
La Imagen del Cristo de la Expiración, "El Cachorro", da nombre a su Hermandad de la que es Titular cristífero, siendo su Virgen Titular, Nuestra Madre y Señora del Patrocinio.
En concreto, su realización se contrató notarialmente el 1 de abril de 1682 y el imaginero debía percibir por ella 900 reales, pero consta en otro documento que percibió 1.100 reales.
La talla está hecha en cedro real de Flandes y mide 1.89 m.
Último de los grandes Crucificados del barroco español, El Cachorro representa el instante de su muerte. Cristo crucificado está vivo mirando a lo alto, desnudo y con el paño de pureza que sostiene una cuerda y descubre toda se silueta.
Toda la imagen, que hincha el tórax y tensa los músculos en busca del último aliento, es movimiento y ritmo ascensional, pero «donde Gijón potencia el efecto barroco es en el paño de pureza... que resulta en extremo virtuoso". Pormenoriza los pliegues, en aleteantes fragmentos, de fina lámina.
Agustín Sánchez Cid lo restauró y consolidó los ensambles en 1940. En 1947 retocó la policromía el pintor Juan Miguel Sánchez.
En 1973 un incendio que se produjo en su capilla destruyó la Dolorosa y dañó gravemente el costado, pierna y talón derechos del Cristo. También quedaron dañados el paño de pureza y la policromía, siendo restaurado por los hermanos Antonio, Raimundo y Joaquin Cruz Solís.