Somos personas contingentes, por lo tanto, nada está definido en nuestra vida, nos vamos perfeccionando en la medida de la manera en que disfrutamos no vida de manera profunda y sana.

Estamos en una generación donde no nos gusta que se nos hable con claridad y preferimos disfrazar nuestros comentarios para no dañar.

Las relaciones entre unos y otros se ve debilitada por la falta de apertura al otro. Dejemos a un lado nuestras maneras vanidosas de vivir para salir al encuentro de los demás.

Hablemos con la verdad por delante, recordando que va acompañada por la caridad.

Nada en esta vida es imposible, siempre está la alternativa de ser mejores!!

Cuando no le ponemos freno a nuestros pensamientos, las consecuencias pueden ser destructivas.

Hoy más que nunca se necesita personas con deseos de santidad u así saber vivir plenamente nuestra humanidad

¿Cuántas veces vivimos la vida llena de resignación, sin aventurarnos a descubrir algo nuevo que nos ayude a recuperar nuestra propia identidad?

No tengamos miedo de buscar momentos de silencio para que podamos redescubrir quiénes somos y sobre todo que podamos ser capaces de escuchar la voz de Dios en nuestras vidas.