En el planeta existen lugares llamados zonas azules: Okinawa en Japón, Icaria en Grecia o Nicoya en Costa Rica.
Allí no es raro encontrar personas que superan los cien años manteniendo buena salud y energía.
La clave no está en los genes, sino en el estilo de vida.
Dieta basada en productos frescos, actividad física constante aunque sin gimnasios, redes sociales sólidas y un fuerte sentido de comunidad.
También saben reducir el estrés, apoyándose en la espiritualidad y en el contacto humano.
Este modelo no solo alarga la vida, sino que la hace más plena.
En el fondo, es un recordatorio de que la longevidad, como las finanzas personales, se construye con hábitos: decisiones pequeñas, mantenidas en el tiempo, que marcan una gran diferencia en el futuro.