En Apocalipsis 19 nos encontramos con una figura cuyo nombre es Rey de reyes y Señor de señores.  ¿Qué significaba esto para los lectores originales de Juan y qué significa para nosotros hoy?

Fiel y Verdadero es Dios. 

En Apocalipsis 19, el apóstol Juan se inclina ante un ángel para adorarlo, pero el ángel inmediatamente le dice a Juan que no haga eso, sino que adore sólo a Dios.  Discutimos la importancia de este versículo, especialmente en el contexto de la autoridad espiritual.  

En Apocalipsis 19 se anuncia el día de las bodas del Cordero.  Hablamos de lo que significa para nosotros ser la esposa de Cristo.

En Apocalipsis 19 leemos que los juicios de Dios son verdaderos y justos.  ¿Qué significa esto para nosotros cuando sentimos la tentación de vengarnos, cuando albergamos mala voluntad hacia quienes nos han hecho daño a nosotros o a nuestros seres queridos?  ¿Confiaremos en el juicio final de Dios o intentaremos tomarnos la justicia por nuestra mano?

Según Apocalipsis 18, en algún momento del futuro no se oirá música en Babilonia, ni se asistirá a bodas, ni se disfrutará de comidas familiares, ni se verá la luz del sol, la luna o las lámparas.  Hablamos de lo que esto podría significar para nuestro camino cristiano hoy.

En Apocalipsis 18 leemos que la destrucción de Babilonia tendrá lugar en tan sólo una hora.  Este hecho es lamentado por tres grupos específicos de personas.  Hablamos de lo que todo esto significa para nuestra vida cristiana de hoy.

En el versículo 6-8 del Apocalipsis, se hace un claro contraste entre la reina caída de Babilonia y el Señor Dios que la juzgará.  Este contraste nos ayuda a pensar en cómo tener la debida confianza en lo que somos en Cristo sin pasar de ahí a un orgullo y una arrogancia inapropiados.  

En Apocalipsis 18:4-5 una voz del cielo llama al pueblo de Dios a abandonar Babilonia.  Se dan dos razones para esta llamada.  Consideramos la importancia de esta llamada y de estas dos razones para los cristianos del Apocalipsis y para los creyentes de hoy.

En este podcast nos planteamos la siguiente pregunta: Si un cristiano no es llamado al oficio de profeta (Efesios 4:11-13), ni parece tener el don espiritual de profecía (1 Corintios 12:7-11), ¿existe aún algún momento de función profética que pueda cumplir?