Entrevistar a Diana y escuchar cómo habla de su pasión por la enseñanza del idioma a la que ha dedicado treinta años de su vida, es una verdadera alegría. Ser profesor requiere de habilidades comunicativas, sin duda, pero sin el componente vocacional, realmente no se llegaría igual al alumno pues el contendido de la materia explicada no se recibe con la misma acogida. Los que nos dedicamos a tan noble profesión entendemos al escuchar a Diana, el esfuerzo que supone transmitir un aspecto de la gramática sin que resulte tedioso o aburrido. Ello conlleva horas en la preparación de los temas que se elaboran con mucho cariño con ejemplos y con casos concretos para que el estudiante lo comprenda sin que falte, por supuesto, el momento de diversión. Ahí es cuando aparece el último aderezo en el desarrollo de la sesión, la parte de actor que cada uno llevamos dentro escenificando con mímica y gestos aquello que de otra manera no sería posible transmitir. Es un verdadero placer escuchar a Diana contar su larga y fructífera experiencia.