Cuando el diagnóstico parecía una sentencia, Éric Abidal eligió creer. Su regreso tras vencer un tumor en el hígado fue más que una hazaña deportiva: fue un milagro de fe.
Como Naamán en 2 Reyes 5, Abidal entendió que la mayor fuerza puede nacer en la debilidad. Porque, como dice 2 Corintios 12:9, “mi poder se perfecciona en la debilidad.”
Esta es la historia de dos hombres que volvieron a vivir.