¿Cuándo fue la última vez que se escuchó de verdad?
No solo su voz… sino lo que siente, lo que piensa, lo que calla.
Hay momentos en los que el ruido de afuera nos hace bajar el volumen de adentro.
Nos empezamos a esconder, a tener miedo, a sentir vergüenza de lo que realmente somos.
Este episodio es una pausa.
Una invitación a detenerse y escuchar.
No para juzgarse, sino para reconocerse con compasión.
Le comparto parte de mi historia, porque sé lo que es silenciarse para encajar…
y también lo que significa volver a encenderse por dentro.
Escucharse no es ego.
Escucharse es un acto de dignidad.
Y merece hacerlo sin miedo, sin vergüenza, con el corazón abierto.