En este segundo episodio de Xenius, me sumerjo en uno de los conceptos más fascinantes de la cultura japonesa: Kokoro. Una palabra que no tiene traducción literal al español porque no distingue entre mente, corazón, emoción o pensamiento. Kokoro es todo eso y más: es alma, impulso vital, conciencia profunda. Es lo que vibra dentro de nosotros cuando las palabras no alcanzan. Y para explorar este universo, invité a dos personas que encarnan, desde diferentes ángulos, esa conexión entre mundos, entre formas de sentir y de estar en el mundo.
El primero es Iván Díaz Sancho, doctor en Estética y Teoría del Arte por la Universidad de Kioto, traductor de grandes obras de la literatura japonesa para la editorial Satori (Rashomon, Kappa, Perros, Una mujer y la guerra, entre otras), profesor de cultura comparada, escritor y músico. Iván ha vivido más de una década en Japón, y su mirada es la de alguien que ha atravesado la belleza, la extrañeza y también la incomodidad de ser siempre un gaijin, un extranjero. Con él hablamos del arte japonés, de la estética simbólica de Shuji Terayama —cineasta, poeta y provocador—, de cómo algo tan simple como una cerilla puede tener un peso filosófico y político. También tocamos el peso de la historia, las heridas de la Segunda Guerra Mundial, y cómo Japón ha sabido reinventarse a través del arte, el silencio, la sutileza… y también el kawaii, Hello Kitty y el capitalismo infantil. Una mezcla de belleza efímera y marketing feroz que define parte de la identidad moderna del país.
La segunda invitada es Michiko Chiba, nacida en Tokio y residente en Barcelona. Michi es fotógrafa de lucha libre, amante de las danzas bolivianas, y alguien que habita el cruce entre tradición y modernidad, entre cuerpo, imagen y emoción. Con Michi exploramos el choque cultural desde el otro lado: cómo es ser japonesa en Europa, cómo enfrentarse a la discriminación, a los prejuicios, pero también cómo reconstruir la identidad desde lo híbrido, desde la libertad de moverse entre códigos, gestos, lenguajes. Michi no habla desde el discurso académico, sino desde la experiencia viva, desde una sensibilidad que se traduce en fotografía, danza y mirada. Ella nos recuerda que Kokoro también está en el cuerpo, en el movimiento, en lo que no se puede explicar pero se transmite.
Este episodio es, en realidad, un viaje. Un puente entre lo que creemos entender del Japón y lo que el Japón nos devuelve cuando lo miramos con respeto, con apertura. No es un análisis cultural, ni una guía para turistas. Es una conversación honesta, emocional, simbólica. Una forma de abrir espacios donde habita lo sutil. Donde las cerillas arden, las nubes se cruzan con las palomas, y el deseo de volverse invisible convive con el deseo de ser poeta. Como decía Shuji Terayama: “Cuando era más joven, pensaba que la fantasía de volverse invisible y el deseo de convertirse en poeta estaban en antinomia. Pero ahora puedo decir con certeza que esos dos sueños no son contradictorios en absoluto.”
Bienvenid@ a Kokoro.