Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. Dile, entonces, a tu hermano: Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo. Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo. En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos vemos de liberar juntos. De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad.