Alejandro Ballester comenzó a militar por ideales políticos a los 15 años, sin tener en cuenta que ocuparía un cargo público. Hoy, es uno de esos selectos políticos que camina por la calle sin custodia y con el reconocimiento de los ciudadanos de su pago chico. Pero antes, tuvo que exiliarse en 1976 amenazado por el proceso de la dictadura militar en Argentina. Supo palpar la calle como taxista, comerciante y liderando “de cerca” a los empleados municipales y a los muchos de vecinos que construyeron con sus manos sus viviendas. Nunca dio un paso atrás en sus ideales. Ni siquiera cuando lo reprimieron en la Plaza de Mayo en 1982, cinco años antes de ser uno de los intendentes más jóvenes de la historia de Ramallo.