La palabra de Dios es muy clara en cuanto a la envidia: es una “obra de la carne”, es un pecado increíblemente peligroso y destructivo. Es por eso que ¡tenemos que deshacernos completamente de él! Solo lee las siguientes escrituras acerca de los celos y la envidia y ve cómo muestran lo terrible que son. (Énfasis añadido por el editor).
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21.
“Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Romanos 13:13-14.
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